BOTÁNICA
1 FEB 2022
PIONERAS DE LA NATURALEZA
por Rocío Martínez Climent
O también, se podría mirar más allá y aceptar que nuestro amor por las plantas siempre ha estado ahí y que, nunca mejor dicho, es lo más natural del mundo. No habría más que retroceder un poco en nuestro árbol genealógico, nuestra propia historia, para acordarnos de que nuestras abuelas ya tenían su monstera. Del mismo modo, no nos haría falta más que una mañana de búsqueda en manuales de botánica para descubrir que ha habido muchas mujeres en la historia que se han interesado por esta disciplina, mujeres cuyos nombres, por tantos motivos, quizás no conocíamos.
Es por ello que hemos querido hacer memoria, una pequeña labor de documentación, en la que sumergirnos en este universo que a tantas mujeres pioneras les ha fascinado antes. Haremos un pequeño recorrido internacional y te daremos a probar un poquito de su historia y sus mayores contribuciones. Aunque dicho esto, nada nos gustaría más que empezar por nuestro país.
Porque si hablamos de botánica en España, no podríamos dejar de hablar de la primera botánica española, Blanca Catalán de Ocón (Calatayud, 1860-1904).
Nacida en el seno de una familia aristócrata y profundamente interesada en la educación intelectual de sus hijas, al parecer fue su madre la que inició esta curiosidad de Blanca por la naturaleza. Fue en la casa familiar de Albarracín donde Blanca Catalán de Ocón comenzaría su labor recolectora, documentando las características de las plantas que encontraba, llegando a componer e ilustrar su propio herbario. Y, a diferencia de la suerte de otras mujeres de la ciencia, fue valorada por la comunidad científica de su tiempo. No por nada, el botánico alemán Heinrich Moritz Willkomm dio su nombre a una flor: la Saxifraga blanca.
De Alemania también provenía la botánica Maria Sibylla Merian (Frankfurt am Main, 1647 – Ámsterdam 1717), quien además de naturalista fue ilustradora científica, pintora y entomóloga. De hecho, sus detalladas ilustraciones de la metamorfosis de las mariposas han hecho que se la considere, además, pionera de esta última disciplina. Fue su padrastro Jacob Marrel, un importante dibujante, pintor y grabador, quien le enseñó a la joven Maria Sibylla a ilustrar. Como leemos en sus biografías, con apenas 13 años ya dibujaba flores y plantas, pero sobre todo, insectos. En una época en la que a las mujeres se las apartaba de labores de investigación y expediciones para catalogar especies, Maria Sybilla llegó a publicar cinco obras cuyas ilustraciones sirvieron para ampliar el conocimiento de flores, orugas e insectos. Y por si eso fuera poco, publicó su cuarta obra, La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral, en alemán, lo cual facilitó que más gente pudiera acercarse a la botánica cuando la lengua oficial de la ciencia todavía era el latín.
Quizás lo que más se conozca de la francesa Jeanne Baret (1740-1807) es que fuera la primera mujer en dar la vuelta al mundo en la llamada expedición Bougainville, que también cuenta como la primera circunnavegación francesa. Aunque puede que lo más curioso de ello es que para poder participar tuviera que disfrazarse de hombre y se hiciera pasar por el asistente del botánico Philibert Commerson (quien estaba al corriente, pues Jeanne, que inicialmente fue su ama de llaves, con el tiempo se convirtió en su amante), utilizando el nombre de su padre, Jean Baret. Durante los años que participaron en la expedición (ya que cuando fue descubierta los abandonaron en la Isla Mauricio, aunque eso es otra historia) recolectaron más de 6.000 especies vegetales, contribuyendo enormemente al catálogo mundial de especies que se hizo, y su labor fue incluso reconocida por el rey Luis XVI, quien le otorgó a Jeanne una pensión vitalicia tiempo después de poder regresar a Francia.
Otra pionera que no puede faltar en este recorrido es Jane Colden (1724–1766), considerada la primera botánica y también la primera científica de Estados Unidos. En este caso, también fue muy valorada por colegas de su tiempo, entre ellos, el mismo Carl von Linné, cuyo sistema de clasificación de plantas fue utilizado por la neoyorquina para estudiar y catalogar plantas de Nueva York, compilando un catálogo formado por más de 400 especies vegetales, algunas de las cuales también ilustró. Su manuscrito original se encuentra actualmente en el British Museum.
Y si ya dejamos de hablar de pioneras para continuar haciéndolo de referentes contemporáneos, tampoco hace falta una búsqueda exhaustiva para dar con numerosos nombres femeninos que han contribuido a la botánica tanto local como internacional. Y por ello, no podemos dejar de recomendarte explorar otras figuras interesantes como la mexicana Ynes Mexía (1870-1938), uno de los mejores ejemplos de que nunca es tarde para comenzar una aventura (empezó su carrera botánica a los 55 años tras distintos viajes por México); la también mexicana Helia Bravo Hollis (1901-2001), quien se especializó en el estudio de plantas cactáceas; la británica Agnes R. Arber, primera mujer botánica en formar parte de la prestigiosa Royal Society de Londres; la alemana Marie Stopes (1880-1958), quien además de ser paleobotánica, fundó la primera clínica de control de natalidad en Reino Unido; o Janaki Ammal (1897-1984), considerada la primera botánica india, quien además fue una gran defensora de la preservación de la flora autóctona.
Pero la botánica no se acaba ahí. Pocas cosas en la vida no se interrelacionan con otras, y esta disciplina no lo es menos. En este sentido, venimos de ver que muchas de las pioneras, además de investigar, ilustraban sus descubrimientos con todo lujo de detalles. Y también existieron mujeres que desarrollaron su interés hacia esta ciencia, precisamente, a través del arte. No podríamos dejar de nombrar a pioneras de la ilustración botánica como la inglesa Dorothea Eliza Smith (1804–1864); la escocesa Elizabeth Blackwell (1821-1910), quien también figura como la primera mujer del mundo en ejercer la medicina; o la holandesa Alida Withoos (1661/1662-1730).
La fotografía es y ha sido también una herramienta a través de la que se han documentado especies. El mejor ejemplo de ello es Anna Atkins (1799-1871), pionera botánica que estudió las algas de Inglaterra y, además, primera mujer fotógrafa. Natural del condado de Kent (Inglaterra), Atkins publicó el primer libro ilustrado por fotografías, British Algae: Cyanotype Impressions (Algas británicas: impresiones cianotipos) en el que no sólo demostró su conocimiento sobre algas, sino también sobre composición fotográfica. Su interés por la botánica le vino de familia: su padre, el químico y zoólogo John George Children, se esforzó por que su hija recibiera una educación científica desde pequeña. A través del contacto de su padre con el inventor del cianotipo, John Frederick William Herschel, Atkins descubrió esta técnica que ella llegó a aplicar con maestría, obteniendo cianotipos y fotogramas que han sido expuestos posteriormente en numerosas exposiciones.
A la vista está que la simbiosis de disciplinas siempre suma. Botánica e ilustración, botánica y fotografía y, sí, también botánica y moda. La inspiración en esta rama de la biología es un elemento recurrente dentro de la industria y así lo demuestran tantas colecciones que han quedado grabadas en la memoria o expuestas en museos. Al respecto, la exposición Rachel L. Mellon Collection del Cristóbal Balenciaga Museo es un imprescindible si tienes en mente una visita a Guipúzcoa. En ella se exponen las creaciones que hizo el maestro Balenciaga para su clienta y amiga, Rachel L. Mellon (1910-2014), filántropa y diseñadora de jardines, a quien diseñó vestidos y también prendas para cuando trabajaba en el jardín.
Sin duda, la intersección, la asociación y la colaboración entre industrias y disciplinas nos hacen no sólo progresar y crear conocimiento, sino también belleza.
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