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6 JUL 2022

Legislación y concienciación como motores de una transición sostenible

por Cristina Vila
The Platform - theplatform.es - the platform hupit carmen poveda1
La sostenibilidad se encuentra en el punto de mira. Según el informe Shaking sustainability in the fashion business de Modaes y EY, el 83% de las empresas está impulsando la transición hacia modelos de negocio más sostenible. Inversiones que probablemente se hayan visto influenciadas por las medidas impuestas por los gobiernos y por la propia Unión Europa, que aboga por un sistema circular.

Es innegable que desde hace unos años la preocupación generalizada por el medio ambiente se ha visto reflejada en la política comunitaria europea. Datos como la excesiva cantidad de basura textil que exporta la Unión Europea, la cual asciende a 1,4 millones de toneladas, o escándalos como el que protagonizó Burberry  en 2017 cuando se filtró que la marca quemaba ropa valorada en casi treinta millones de libras al año, han provocado que la única solución a este desastre sea la propia legislación

Con la Estrategia sobre los Productos Textiles Sostenibles y Circulares, la UE pretende regular la fabricación de textiles para que estos sean más duraderos, además de impulsar un sistema de servicios de reparación, reutilización y reciclaje, evitar la destrucción de residuos textiles y asegurarse de que las producciones se lleven a cabo respetando la dignidad y calidad de vida del trabajador. Con ello, pretenden reducir el impacto medioambiental de las producciones y crear oportunidades para la innovación y creación de empleo. Las medidas incluyen requisitos de ecodiseño para que las prendas estén hechas del mayor número posible de fibras recicladas, y libres de sustancias dañinas. 

Medidas que, para muchos, a pesar de ser positivas, llegan algo tarde. Marisol Estellés decidió fundar Hupit en 2017, cuando se dio cuenta de que nada de lo que encontraba en las tiendas encajaba con sus valores, ahora trasladados a su marca en cuatro pilares: ecológico, ético, saludable y sostenible. “Era muy importante que los tejidos no involucraran pesticidas, herbicidas, ni productos tóxicos en el proceso porque también me enfoco en el bienestar y la salud. La gente no se lo plantea, pero al contaminar afectamos no solo a la fauna y animales, sino también a nosotros. Por ejemplo, los tintes que contaminan los ríos acaban introduciéndose en la cadena alimentaria”. El aspecto ético de la marca proviene sobre todo de la premisa de no dañar a ningún animal, algo que consiguen a través del uso de la llamada seda de la paz en lugar de seda convencional, evitando así matar al gusano.

Estellés considera que desde que empezó hasta ahora sí que ha habido un cambio de mentalidad en el consumidor en cuanto a sostenibilidad. “La gente ya sabe lo que es y hay mucha más información y mayor oferta de marcas. Estamos viendo el cambio climático y las consecuencias de toda la contaminación que generamos, y eso hace que la gente esté más concienciada”. Aunque considera que por el mismo hecho de estar en auge, muchas veces la sostenibilidad se usa como reclamo de marketing por parte de muchas marcas.

Mono fluido Tencel
Hupit

Es por ello que quizás lo más interesante de todas las medidas propuestas por la UE sea que también buscan que el propio consumidor esté informado, mediante la creación de un Pasaporte Digital de Producto, que contenga sus credenciales de sostenibilidad y circularidad, además de información acerca del cuidado específico de la prenda y de la manera de repararla y reciclarla. Una medida bastante acertada teniendo en cuenta el creciente problema de greenwashing que rodea a las marcas y que, según el estudio Shaking sustainability in the fashion business, solo la mitad de las empresas poseen supervisión sindical independiente en esta materia. En Países Bajos se abrieron en mayo de 2021 investigaciones en setenta empresas textiles por hacer publicidad engañosa relacionada con la sostenibilidad de sus productos.

En el entorno del lujo, (otro de los grandes problemas del impacto ambiental) Chloé anunció en febrero que estaba trabajando en el lanzamiento de una herramienta que permita medir el impacto social de la industria de la moda, un aspecto del que muchas marcas se olvidan al hablar de sostenibilidad. La herramienta mediría las actuaciones de las empresas en temas relacionados con la igualdad de género, los salarios y la diversidad e inclusión. Por otro lado, el grupo LVMH, quienes fueron muy reacios a implementar y asumir de forma real cualquier acuerdo a favor de la sostenibilidad, lanzaron Nona Source, la primera plataforma de reventa de stock parados que provenían de las casas de lujo del grupo. Otras marcas están trabajando en materiales innovadores, como Prada, que usa Econyl, un nylon reciclado de redes de pesca. 

Sin embargo, para marcas pequeñas como Hupit, el principal problema es encontrar materiales ecológicos con certificados, no porque no se comercialicen, sino porque los proveedores exigen el encargo de grandes cantidades de tejido para poder comprarlo: “Piden unos mínimos muy altos. Para una pequeña empresa es complicado porque hay proveedores que no trabajan vendiéndote diez, veinte o treinta metros de tela, sino que tienes que comprar grandes cantidades. Por eso, es difícil encontrar variedad y al final no tienes tanta oportunidad de elección”, afirma Estellés. Una firma donde la calidad y la procedencia de los tejidos toman un papel protagonista a la hora de producir sus piezas, la mayoría hechas con algodón ecológico con certificado GOTS, lino y seda de la paz. “Al utilizar tejidos naturales biodegradables como el algodón o la seda teñida con tintes naturales, aunque deseches la prenda, el impacto va a ser muchísimo menos que un artículo de poliéster que tardará más de doscientos años en biodegradarse”.

Para Estellés, era muy importante hacer todo en España, por ello, todas las prendas de la marca son confeccionadas en la Comunidad Valenciana y no en países subdesarrollados. Para asegurarse de que todo se realizara bajo los estándares de trabajo seguro y en condiciones éticas para los trabajadores.

Algo relacionado con uno de los mayores problemas que presenta la normativa europea: su propia localización, ya que las grandes empresas de fast fashion se encuentran fuera de Europa, en territorios donde no existe una regulación estricta que proteja al entorno ni a sus trabajadores.

Por ello, como consumidores debemos ser conscientes de dónde proviene lo que adquirimos, como afirma la fundadora de Hupit: “Creo que la legislación es importante y necesaria, pero debemos aportar todos un cambio en nuestra forma de vivir la moda, dejar de tener ese concepto de la ropa como algo de usar y tirar. Debemos ser conscientes de que cuando cambiemos nuestros hábitos, también cambiará la moda rápida”.

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Es por ello que quizás lo más interesante de todas las medidas propuestas por la UE sea que también buscan que el propio consumidor esté informado, mediante la creación de un Pasaporte Digital de Producto, que contenga sus credenciales de sostenibilidad y circularidad, además de información acerca del cuidado específico de la prenda y de la manera de repararla y reciclarla. Una medida bastante acertada teniendo en cuenta el creciente problema de greenwashing que rodea a las marcas y que, según el estudio Shaking sustainability in the fashion business, solo la mitad de las empresas poseen supervisión sindical independiente en esta materia. En Países Bajos se abrieron en mayo de 2021 investigaciones en setenta empresas textiles por hacer publicidad engañosa relacionada con la sostenibilidad de sus productos.