2 FEB 2023

del futuro floral en femenino a

la pionera del paisajismo de color

Poniendo el foco en lo femenino, en el mundo floral específicamente podemos decir aliviadas, que efectivamente es un campo en el que gozamos de una buena representación. Sin embargo, esta situación en la que la identidad vinculada a una profesión es preeminentemente de la mujer, me trae similitudes (y escalofríos) al pensar en otros gremios, como los de la gastronomía o la moda.

En casa, de toda la vida y de manera indiscutible, ha sido la mujer quien cocinaba y cosía. Curiosamente, cuando pasamos a citar las grandes estrellas que personifican estas profesiones y que nos vienen a la mente, son en gran mayoría “ellos”: chefs, modistos, diseñadores…

Estos escenarios se me han asemejado a esas “canteras” femeninas tan sólidas y numerosas de practicantes de lo floral que existen actualmente, aún más, que se hallan en crecimiento exponencial. Así que, como medida preventiva para evitar que la balanza se desequilibre, he pensado en compartir un buen ejemplo de “estrella floral” ya consolidada, que espero, pueda inspirar y referenciar el éxito de lo femenino en el oficio vegetal. 

Con más de un siglo de antigüedad, pero no por ello menos actual, comienzo este mes con Gertrude Jekyll (1843, Reino Unido – 1932, Reino Unido). Al descubrir hace años su biografía, contextualizada además en su momento histórico y social, pasó junto a la increíble Constance Spry (de la que hablaré en otra ocasión), a ser una gran inspiración para mí, quasi heroína floral. 

Gertrude Jekyll fue una de las grandes innovadoras dentro del paisajismo que ahora vinculamos al “jardín natural”. Entendido como una tipología de jardín en el que se unen esfuerzos para trabajar con la Naturaleza, se trataba de un concepto totalmente rompedor frente al jardín que había existido. Hasta entonces los jardines eran una vía de manifestación de poder del ser humano sobre la Naturaleza, que era modificada de manera muy rígida y controlada.   

Gran polifacética, taxonomista, escritora y acuarelista además de paisajista y jardinera, Gertrude Jekyll tuvo una profunda formación artística, que le llevó a amar la pintura. En sus tiempos de estudiante, conoció un estudio científico que posiblemente cambió su vida: la teoría del color de Michel Eugène Chevereul. Este químico enunció así la ley del contraste simultáneo: «Dos colores adyacentes, cuando son vistos por el ojo, aparecerán tan diferentes como sea posible».

Debido a un problema de vista, cambió los pinceles por la plantación y experimentación vegetal que inició en su propio jardín (Munstead Wood). A partir de este momento, Jekyll fue pionera en su profesión al tomar como líneas de diseño al color, la textura y la experiencia en jardines. Influenciada por el pintor J.M.W. Turner y por el impresionismo, su teoría del color se apoyaba también en el uso del círculo cromático. Basándose en estos principios, y en la profunda observación de la naturaleza, trasladó todo ese conocimiento a jardines, bosques y en especial a los arriates o fronteras herbáceas (mixed borders), que mostraban una gran abundancia de color y contraste a través de las cuatro estaciones, y que la hicieron realmente conocida como paisajista. 

Prolífica e inquieta, a lo largo de su vida llegó a realizar más de 400 jardines en Europa y América, así como, escribió numerosos libros de paisajismo y más de 1.000 artículos sobre la composición y distribución de las plantas en el jardín. Tomaba especial atención en imprimir cada una de sus publicaciones, lo que la convirtió en una importante referente en la divulgación. 

Claramente guiada por su pasión, se autodeterminó como mujer intelectual e independiente, en una época en la que no era tarea fácil, ni falta de riesgo y exclusión. Sin embargo, fruto de ese empeño y amor profundo por la Naturaleza, podemos afirmar que el paisajismo que desarrolló Gertrude Jekyll constituye un punto de partida, iniciado hace más de 100 años, hacia un nuevo mundo en el diseño de espacios verdes. 


«El amor por la jardinería es una semilla que, una vez sembrada, nunca muere, sino que crece, crece y crece hasta convertirse en una fuente de felicidad cada vez mayor», expresó en 1899.

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