De cómo un tipo de calzado de origen militar, forma parte de tu fondo de armario cada verano
/ ARTESANÍA
19 MAY 2022
Si tenemos que elegir una especie vegetal que se ha introducido en nuestros armarios, de la mano de un proceso realmente artesano…el esparto es sin duda nuestro protagonista. Especialmente en el mundo del calzado y de los complementos, cada inicio de verano esta fibra recupera su lugar en los looks más atemporales y versátiles.
El secado se hace naturalmente al sol y dependiendo del color final del mismo, hay que dejarlo desde unos días, hasta 3 o 4 semanas con el fin de blanquearlo. Otra forma es el esparto cocido o curado. Se deja en agua y tapado macerando durante 2 o 3 semanas para posteriormente secarlo como el caso previo.
Por sencillo que parezca, este proceso artesano apenas ha cambiado desde hace miles de años. En la Península Ibérica se datan restos arqueológicos en el año 4.000 a.C. (Granada y Almería), y su uso está documentado por íberos, fenicios, griegos, romanos…El esparto ibérico fue altamente valorado para la cordelería naval por su gran resistencia y para las bateas mejilloneras durante aquellos imperios y los árabes desarrollaron las aún presentes alfombras ubedíes.
Si hablamos de su uso específico para suelas de las alpargatas, éstas son un artículo de invención española que ya se empleaba en el siglo XIII. Por aquel entonces, los soldados del rey de Aragón eran los que usaban este tipo de calzado que se han trasladado hasta nuestros zapateros. También lo han hecho los capazos y sombreros de este material, que forman parte de esa aplicación al mundo de las herramientas y utillaje para la agricultura y la ganadería. Serijos, cestos, alforjas, serones, bomboncillas, espuertas, etc son la colección de sonoros vocablos que acompañan a todo su contexto artesano.
Como muchas otras tradiciones, durante el siglo XVIII, sus procesos de producción pasaron a formatos industrializados. Esto favoreció, que especialmente en el siglo XX, y como consecuencia de las dos guerras mundiales, el esparto viviera su máximo esplendor. Materiales equiparables en uso, como el cáñamo y el yute se encarecieron enormemente, por lo que el esparto, de carácter nacional, se revalorizó hasta tomar gran protagonismo.
A mediados de siglo, con la llegada de las fibras sintéticas y el desarrollo de los plásticos, oficios como el de espartero, quedaron relegados a un segundo lugar. Sin embargo, está ahora en nuestras manos saber acercarnos a las virtudes del esparto: de origen 100% natural y local, resistente, y representante de una tradición que nos liga a nuestras raíces mediterráneas, literalmente de los pies a la cabeza a través de la moda.
Seguramente nos sorprenda saber lo poco que se ha modificado el tratamiento que convierte a esta planta en unas cómodas “esparteñas” (o alpargatas según la zona), desde que ya los romanos lo utilizaban de igual manera.
Stipa tennacissima L., su denominación científica, nos adivina pistas desde el inicio, acerca de su resistencia y gran tenacidad tanto a las condiciones climatológicas como de su funcionalidad.
Es una hierba perteneciente a la familia de las gramíneas (al igual que el trigo o el arroz, plantas sin flor que desprenden grandes cantidades de polen que el viento se encarga de expandir al entorno). Muy resistente a la sequía, el esparto suele crecer en terrenos pedregosos y áridos, por lo que es típicamente mediterráneo, encontrándose en países del norte de África y el sur de Europa, principalmente en Italia y en España.
Otro indicador de su dureza, es su capacidad para resistir los inviernos sin perder la hoja, lo que la convierte en una herbácea perenne. De hojas filiformes (con apariencia alargada y fina, como un hilo), llegó a ocupar una superficie de más de 6000 kilómetros cuadrados dentro del territorio español. En la actualidad, se ubica, principalmente, en Andalucía, la Comunidad Valenciana, Murcia, Madrid y Castilla-La Mancha…
Si queremos seguir la pista del proceso artesano tras el esparto, podemos imaginar que es a base de fuerza y trabajo manual lo que lo transforma de una hierba rústica y dura a unas cómodas zapatillas. Es bajo el sol veraniego cuando se realiza su recolecta manual y sorprende también que la misma planta puede llegar a durar más de 40 años de cosechas. Cuando está aún verde, se arrancan dos hilos que salen de los bordes que posteriormente tendrán que ser secados antes de poder tejerlos o trenzarlos en forma de pleita. El resto de hojas se usan para la fabricación de pasta en la industria del papel.
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